Bienvenidos al tercer módulo del retiro. El tema de este módulo nos invita a subir a Jesús a nuestra barca.
Recuerden que para aprovechar lo mejor posible este retiro es conveniente completar cada módulo sin interrupción. Les sugiero tomarse no menos de media hora para realizarlo. No es necesario hacer todas las actividades sugeridas del módulo. ¡No tengan miedo de dejarse guiar por las inspiraciones del Espíritu Santo!
Instrucciones
- Rezar la oración de confianza para poner el retiro en la manos de la Mater e implorar el Espíritu Santo.
- Ver el video con el desarrollo del tema: M3 - Jesús en mi barca.
- Tomarse un tiempo para contemplar el cuadro Cristo dormido durante la Tormenta de Eugène Delacroix que acompaña el retiro. Preguntarnos: ¿Me identifico con alguno de los pasajeros de la barca? ¿Con cuál? ¿En qué me identifica? La imagen se encuentra en la sección documentos.
- Hacer una lista de los miedos que están presentes en mi vida. Analizarlos en base a las siguientes preguntas: ¿Por qué tengo ese miedo? ¿Dónde se originan? ¿Son buenos? Sino, ¿cómo puedo anularlos o transformarlos?
- Opcional: volver a leer el pasaje del evangelio y reflexionar qué me está diciendo Dios a través de él.
- Para terminar el módulo, las invito a escuchar la canción El Señor es mi fortaleza de Taizé que se encuentra en la sección Otros videos. También pueden escuchar la canción "Surge Valentía" en la misma sección.
Evangelio del módulo: San Mateo 8,23-27
"En aquel tiempo Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. Acercándose a él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: «¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!». Él les respondió: «¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?». Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma. Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?»”. Palabra del Señor.
Oración para finalizar: Hacia el Padre 398s
Hasta ahora tuve el timón en las manos;
en el barco de la vida tan a menudo te olvidé;
me volvía desvalido hacia ti, de vez en cuando,
para que la barquilla navegara según tus planes.
¡Concédeme, Padre, por fin la conversión total!
En el Esposo quisiera anunciar al mundo entero:
el padre tiene en sus manos el timón,
aunque yo no sepa el destino ni la ruta