Introducción
La Consagración Matutina quiere ayudarnos a comenzar cada día orientándonos muy conscientemente hacia Dios, en íntima vinculación con toda la Familia de Schoenstatt. El R Kentenich la escribió el 29 de marzo de 1945, una semana antes de ser liberado del campo de concentración.
Oración Meditada e Intercambio de Grupo (20 min)
1. Canto de invocación al Espíritu Santo. Pueden utilizar la propuesta que se encuentra en la sección Otros videos.
2. Rezar en forma meditada la Consagración Matutina, estrofas 3 a 17 del HP (el texto se encuentra al final de esta página). Cada miembro del grupo reza detenidamente una estrofa. Dejar unos minutos de silencio. Cada uno puede repetir uno o dos versos (¡no estrofas!) en voz alta sin comentarlos.
3. Terminar con un canto de alabanza o música suave. Pueden utilizar la propuesta que se encuentra en la sección Otros videos.
4. Cada miembro cuenta en unas pocas palabras su experiencia con la oración. ¿Qué surgió en mí al rezarla?
Escuchemos las palabras del P. Kentenich (Lectura en grupo - 5 min)
“En Dachau el Padre Fischer dirigía a algunos laicos. Su único pensamiento predilecto era: tener algo específicamente schoenstattiano para las oraciones comunes; por ejemplo, para la oración de la mañana y de la noche. Así nació la consagración matutina y nocturna. En todas partes aparecen los pensamientos centrales. Esto solamente lo puede rezar alguien que está profundamente compenetrado de Schoenstatt”.
(P. José Kentenich, 1947)
Análisis de la Oración (15 min)
Metodología
1. Si todavía no se ha leído, se sugiere, antes del análisis de la Consagración Matutina, leer la explicación contextual “El libro” del Hacia el Padre (Se encuentra dentro del archivo HP_Prologo en la sección Documentos).
2. Queremos sumergirnos y dejarnos traspasar por el ser y la misión de nuestro Padre: Padre, aquí estoy. Tu misión, mi misión. Ofrecemos algunos textos que pretenden ayudarnos en esta tarea. Si nos dedicamos con fuerza y energía, será posible que el Padre se haga presente y vital en cada uno de sus hijos.
3. Cada miembro del grupo o pareja, leerá en silencio el análisis que se encuentra en el apartado siguiente y subrayará una (1) frase que le haya llamado la atención (5 min).
4. A continuación, cada uno comparte muy brevemente lo que subrayó (10 min).
Análisis de la oración
Queremos aprender a orar, en la escuela de nuestro Padre Fundador. En la Consagración Matutina podemos encontrar todos los elementos que él consideraba importantes para una buena oración de la mañana:
Comienza con un saludo al Padre Dios, lleno de alegría y entusiasmo renovado (“avivar el fuego del amor”), que ya nos muestra que “orar” no significa alejarme de los demás, sino estar más unido a ellos (“junto a todos…”).
Sólo podemos rezar “animados por el Espíritu Santo”: nos recuerda Gál 4, 6: “La prueba de que ustedes son hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá!, ¡Padre!”. El Espíritu es el que transforma nuestra oración en “júbilo”, y nos recuerda que como instrumentos tenemos la misión de “dar a los pueblos un nuevo destino”. ¡Cómo amplia nuestro horizonte, a veces tan estrecho!
Después del saludo, el Padre Fundador nos enseña a poner la gratitud en primer lugar. Justamente la forma más excelsa de oración, la Eucaristía, significa en griego “Acción de Gracias”. ¿Por qué agradecemos a Dios? Por todos sus regalos, por la elección y vocación, por habernos enviado a su Hijo y regalado a su Madre, por los “torrentes de amor” que quieren fluir desde el Santuario, para inundar (nuestros) corazones fríos.
Después de la gratitud, viene otro paso en la oración: predisponernos en la actitud del Poder en Blanco nuevamente a buscar y realizar la voluntad de Dios, tanto en el apostolado como en las cruces, “en el éxito o en el fracaso anunciaremos siempre tu amor”. Podemos llegar a vislumbrar aquí algo del alma de nuestro Fundador, y de lo que él mismo tuvo que luchar y conquistar en su calvario hacia y en Dachau.
Nos propone otro paso más fuerte todavía, la Inscriptio, precisamente el pedido al Padre: “Hágase en cada instante lo que para nosotros tienes previsto”. Sólo podemos cultivar ese anhelo en el alma si realmente estamos convencidos íntimamente de que Dios nos ama, y quiere lo mejor para nosotros. ¿Quién estaría dispuesto a darle la Inscriptio a un Dios castigador, tirano, lejano?
¿Cómo concretar ese anhelo de realizar la voluntad de Dios concretamente en este día que comenzarnos? Renovando los ideales que nos regaló el amor de Dios y los propósitos que nos quieren ayudar a conquistarlos, no como simples “deseos”, sino luchando “con todas las fuerzas”. ¿Qué punto concreto concentra mi fuerza de voluntad hoy? Teniendo eso en claro, podremos “arder como un fuego vigoroso” y realizar nuestra misión apostólica hasta los confines de la tierra.
Viendo ideales tan altos, desafíos tan tremendos, no podemos dejar de sentir un desvalimiento muy grande: podemos y debemos reconocer nuestras miserias y limitaciones, eso también forma parte de una vida espiritual sana. No para caer en complejos de inferioridad o excusas baratas para no hacer nada, sino para renovar nuestra confianza en nuestra Madre y Reina, y la Alianza de Amor que ella nos regaló. Fijémonos que, hasta ahora, toda la oración estaba dirigida al Padre Dios, mostrando algo del patrocentrismo que es clave en nuestro Fundador; pero María está siempre presente. A ella extendemos nuestras manos vacías, ella es la “Virgen fiel” que nunca se olvidará de nosotros. Cuando el Padre Fundador habla de “tormentas y peligros”, podemos recordar que escribió estas oraciones no en la tranquilidad de algún monasterio apartado del ruido del mundo, sino viviendo los peligros muy reales y tangibles del campo de concentración.
Nuestra oración no sería completa sin ofrecerle a Dios “cuanto soy y cuanto tengo”, “como un regalo de amor”. ¡Qué interesante que este “ofrecimiento” esté tan explicito en la Consagración matutina, cuando nuestra oración muchas veces consiste casi solamente en pedidos!
La Consagración matutina finaliza implorando la bendición de Dios. ¿Qué significa bendición? El Padre Fundador lo explicita: felicidad en esta vida, salvación para la eterna.
Resumiendo, podemos ver porqué el R Kentenich eligió ese nombre: más que una simple oración, se trata de una “Consagración” del día que comienza, de nosotros mismos, de todo lo que vayamos a emprender, de las personas que encontraremos: todo lo consagramos al Dios de la bondad y fidelidad infinitas. ¡Amén, así sea!
Intercambio en grupo (20 min)
Cada miembro responde con su corazón abierto a las siguientes preguntas, cuidando de respetar estas pautas:
• El que habla debe hacerlo con el corazón, pero cuidar el tiempo (no hablar demasiado largo, de tal modo que todos participen). Se sugiere no hablar más de 1 minuto por persona.
• Los miembros del grupo deberán escuchar al que habla en silencio y con respeto, sin juzgar, sin emitir comentarios, sin interpretar y sin dar o pedir explicaciones. Se trata de escuchar a mi hermano de grupo simplemente con el corazón.
1. Considerando este momento de mi vida: ¿qué me dice el texto de la Oración?
2. Por esta oración, Dios me habla a través del Padre: ¿cómo respondo yo a eso?
Propósito (10 min)
Para conquistar el Hacia el Padre como instrumento de oración y reflexión diaria, matrimonial, familiar y comunitariamente, sugerimos rezar la Consagración Matutina en forma personal, matrimonial, y/o familiar.
(Opcional) Identifico las cualidades o dones que el Señor me regalo, hago un listado, lo coloco en mi santuario-hogar y le ofrezco a Dios “cuanto soy y cuanto tengo”, “como un regalo de amor”.
Se podrán definir otros propósitos según los deseos personales o del grupo.
Oración Final (15 min)
En el Santuario Hogar volver a rezar en forma meditada la Consagración Matutina.
Para concluir le pedimos al Padre su bendición:
“Padre, nuestro corazón en tu corazón,
Nuestro pensamiento en tu pensamiento,
Nuestra mano en tu mano,
Tu misión nuestra misión.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.
Preguntas para profundizar la reflexión
Éstas pueden ser trabajadas en reuniones posteriores a ser definidas por el grupo o en forma personal.
1. ¿Por qué agradezco a Dios en este momento?
2. ¿Cómo anuncio yo “en el éxito o en el fracaso” el amor de Dios?
3. ¿Cómo concretar ese anhelo de realizar la voluntad de Dios concretamente en este día?
4. Renovando el ideal que nos regaló el amor de Dios (o para renovar nuestra confianza en nuestra Madre y Reina y la Alianza de Amor que ella nos regaló), ¿qué punto concreto concentra mi fuerza de voluntad hoy? ¿Puedo identificarlos en actos concretos?
Consagración Matutina
SALUDO
3Fortalecido me levanto, Padre,
para reavivar el fuego del amor
y saludarte con alegría
junto a todos los portadores de tu Schoenstatt.
4En el Santuario estamos congregados:
allí nuestros corazones
arden en amor por la Madre tres veces Admirable,
que por nosotros quiere construir tu Reino.
5Animados por el Espíritu Santo,
nos ponemos de rodillas,
y con júbilo alabamos a Cristo,
quien, con Ella, nos envía como instrumentos,
para dar a los pueblos un nuevo destino.
AGRADECIMIENTO
6Gracias por todos tus regalos,
por la abundancia que hemos recibido
gracias porque elegiste a Schoenstatt
y porque allí Cristo nace de nuevo.
7Gracias porque desde allí quieres irradiar al mundo
las glorias de nuestra Madre,
inundando los corazones fríos
con torrentes de amor.
PODER EN BLANCO
8Usa de nosotros según tu voluntad;
haz que por Schoenstatt vuelvan a llenarse
las amplias naves de la Santa Iglesia
y que alabanzas circunden tu trono.
9Si deseas, puedes dedicarnos al trabajo,
puedes mandarnos cruces, penas, dificultades.
En el éxito o en el fracaso,
anunciaremos siempre tu nombre.
INSCRIPTIO
10Padre, hágase en cada instante
lo que para nosotros tienes previsto
Guíanos según tus sabios planes,
y se cumplirá nuestro único anhelo.
11El ideal para el cual tu amor nos creó
(Renovar el Ideal Personal)
esté presente ante nuestros ojos
y plasme íntegra nuestra vida;
por él lucharemos con todas las fuerzas.
(Renovar el Examen Particular)
12Danos, Padre, arder como un fuego vigoroso,
marchar con alegría hacia los pueblos
y, combatiendo como testigos de la Redención,
guiarlos jubilosamente a la Santísima Trinidad.
CONFIANZA
13Cuando consideramos nuestras propias fuerzas,
toda esperanza y confianza flaquean;
Madre, a ti extendemos las manos
e imploramos abundantes dones de tu amor.
14Aún en las tormentas y en los peligros
guardarás fidelidad perenne
a la Alianza que sellaste con nosotros
y que, con tantas gracias, tú has bendecido.
15Tú nos enviarás las vocaciones que con nosotros
se consagren al servicio de tu Reino;
nos darás trabajo y copiosas bendiciones
y a nuestra impotencia unirás tu inmenso poder.
OFRECIMIENTO
16Cuanto llevo conmigo,
lo que soporto,
lo que hablo y lo que arriesgo,
lo que pienso y lo que amo,
los méritos que obtengo,
lo que voy guiando y conquistando,
lo que me hace sufrir,
lo que me alegra,
cuanto soy y cuanto tengo
te lo entrego como un regalo de amor
a la fuente santa de gracias,
que desde el Santuario brota cristalina,
para penetrar el alma
de quienes a Schoenstatt han dado su corazón,
y encaminar bondadosamente hasta allí
a los que, por misericordia, tú quieras escoger;
y para que fructifiquen las obras
que consagramos a la Santísima Trinidad.
BENDICIÓN
17Descienda la bendición de Dios
sobre los consagrados por entero a Schoenstatt
trayéndoles felicidad y salvación
aquí y en la eternidad.
Amén.