Rosario del Instrumento

Módulo 3
Taller del Hacia el Padre
Retiro al que pertenece

Introducción

Octubre es el mes que la Iglesia ha dedicado tradicionalmente al Rosario. El R Kentenich compuso este Rosario en octubre de 1944. La oración preparatoria es una introducción concentrada y riquísima a la oración contemplativa, tan importante en la vida espiritual.

Oración Meditada e Intercambio de Grupo (20 min)

1. Canto de invocación al Espíritu Santo. Pueden utilizar Fruto Nuevo de tu Cielo que se encuentra en la sección Otros videos.

2. Rezar en forma meditada el Rosario del Instrumento: Leemos todos juntos la Oración Preparatoria (se encuentra al final de esta página), y luego el grupo elige para rezar uno de los tres misterios del rosario: gloriosos, gozosos o dolorosos. Los misterios luminosos no existían en la época del Padre Kentenich. Pueden encontrar el texto del Rosario del Instrumento en la sección Documentos.

3. Antes de cada misterio, un miembro del grupo reza detenidamente la oración del Padre Kentenich correspondiente al misterio. Se deja unos minutos de silencio. Cada uno puede repetir uno o dos versos (¡no estrofas!) en voz alta, sin comentarlos.

4. Luego continuamos como habitualmente: Padrenuestro, diez Avemarías y el Gloria.

5. Repetimos el mismo procedimiento con los demás misterios del rosario elegido.

6. Rezamos la oración final, no. 356 del Hacia el Padre.

7. Terminar con un canto de alabanza o música suave. Pueden utilizar la propuesta que se encuentra en la sección Otros videos.

8. Cada miembro cuenta en unas pocas palabras su experiencia con la oración. ¿Qué surgió en mí al rezarlo?

 

Escuchemos las palabras del P. Kentenich (Lectura en Grupo - 10 min)

"Vean cómo podemos contemplar esta realidad con tanta frecuencia en la vida de la Santísima Virgen. Si nos guiamos por los misterios del Rosario, entonces vernos que, en realidad, existen dos gozosos y uno doloroso. En la práctica no hablamos de dos gozosos, pero los gloriosos lo son también. En cambio, sólo conocemos un rosario doloroso, y aún este, está lleno de alegrías cotidianas. Diez Misterios de alegrías festivas y cinco de alegrías cotidianas. Cuando dije esto por primera vez, prorrumpí en la exclamación lleno de júbilo: Ei mundo se vuelve más hermoso cada día"

(José Kentenich, Nueva Helvecia, 12 de mayo de 1947)

"Les aconsejo rezar el Rosario. Tal vez podría cambiar de vez en cuando el misterio, y para que tengan vida deberían aprender a penetrar de a poco cada misterio del Rosario, ¿Cómo hay que meditarlo?... Piensen, por ejemplo, cuando van a comprar un par de zapatos. ¿Cómo hacen? ¿van a la zapatería y dicen bruscamente: tráiganme un par de zapatos? No, ustedes miran los zapatos y reflexionan para ver cuál de ellos les conviene más, En eso incluso, podría aprender de ustedes. De la misma manera tendrían que meditar el misterio. ¿Qué se hace? Uno mira cómo Jesús está transpirando sangre en el huerto de Getsemaní... Esta es una meditación sencilla, Luego uno se hace tres preguntas.
a) ¿Qué me dice Jesús en este misterio? Por ejemplo: Jesús atado a la columna. ¿Qué me dice?
b) ¿Qué me digo a mí misma? Por ejemplo, me pregunto: ¿No tengo yo la culpa? Si estuviese aquí delante de mí, en ese estado, ¿qué haría? Él sufre por mí. Muy fácilmente nos olvidamos de esto en la vida diaria.
d) ¿Qué le digo a Jesús?"

(José Kentenich, Villa Ballester, 18/6/47)

Análisis de la Oración (15 min)

Metodología

1. Queremos sumergirnos y dejarnos traspasar por el ser y la misión de nuestro Padre: "Padre, aquí estoy. Tu misión, mi misión". Ofrecemos algunos textos que pretenden ayudarnos en esta tarea. Si nos dedicamos con fuerza y energía, será posible que el Padre se haga presente y vital en cada uno de sus hijos.

2. Cada miembro del grupo o pareja, lee en silencio los textos escogidos a continuación y subraya una (1) frase que le haya llamado la atención (5 min).

3. A continuación, cada uno comparte muy brevemente lo que subrayó. (10 min).

4. En este análisis, nos detendremos en las oraciones preparatoria y final.

Análisis de la oración

El Rosario es una oración meditada, contemplativa. La oración preparatoria nos introduce en ese espíritu. En primer lugar, nos lleva al silencio, presupuesto ineludible para crecer en la oración: "cerrar las puertas de los sentidos", alejarnos interiormente de todo aquello que siempre quiere captar nuestra atención, lo que nos dispersa, lo que no nos deja encontrar la paz de corazón. ¡Cuánta falta nos hace eso a las personas de hoy! Pero no se trata de llegar simplemente a una quietud interior en el sentido de un vacío, como lo proponen algunas formas de meditación orientales, sino de que "una luz clara", "el cálido brillo de la fe" pueda iluminar nuestras almas.

El tema del Rosario no es la simple repetición de fórmulas, sino el “misterio de la Redención”, uno de los puntos más centrales de nuestra fe. Es un camino, el camino de la vida de Jesús, en el cual queremos “acompañarlo en silencio”.

María es presentada con la relación que siempre acentuó el R Kentenich: es “Madre y Compañera”, “Consorte y Colaboradora” de Jesús, es la que le ayuda y acompaña en toda la obra de la Redención, es la nueva Eva junto al nuevo Adán.

Pedimos una doble gracia: por un lado “captar con el corazón lo que el Rosario nos habla”. Recordamos a María, que “conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón” (Lc 2, 51). Saint-Exupéry escribía que sólo se ve bien con el corazón. El corazón es el centro de nuestra personalidad, donde confluyen voluntad, inteligencia, emociones, sentidos, todo nuestro ser. Con el corazón podemos captar las cosas en una profundidad mucho mayor que con un mero razonar o reflexionar, que sin embargo también es necesario para este proceso.

Por el otro lado, el Rosario no puede quedar en una meditación piadosa: queremos “según eso conformar lo que hacemos o evitamos”. Lo captado en el corazón debe conducir a la vida, a los hechos concretos. Si no, sería una espiritualidad estéril.

Queremos ser sumergidos en el “mar de amor” necesitamos que “nuestra débil voluntad de sacrificio” sea fortalecida: palabras que recuerdan, muy conscientemente, a expresiones cumbre de la mística católica, como las podemos encontrar en Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz. Fuego se enciende con fuego, amor con amor, amor humano con amor divino. El Rosario nos permite captar algo del ardiente amor que movía los corazones de Jesús y María.

Si realmente llegamos a rezar el Rosario como nos lo enseñan las primeras cuatro estrofas, entonces los frutos no se harán esperar: “nuestra vida será un espejo del ser y del caminar de Cristo”, seremos “vivas imágenes de María, fuentes de bendición”. ¿Experimentamos esos frutos ya en nuestra vida?

La meditación del Rosario nos quiere llevar a una mayor fecundidad apostólica, como instrumentos en las manos del Padre Dios. El Padre Fundador nunca separa oración y apostolado, contemplación y acción. Lo uno lleva a lo otro, y se fecundan mutuamente. Algo aparentemente tan sencillo como rezar el Rosario nos lleva a “plasmar el rostro de la humanidad de hoy” según el querer de Dios. Cada misterio nos invita a una triple mirada: a Jesús, a María, y a nuestra propia vida.

La oración final resume todo lo meditado en el gran pedido de poder “estar en gracia ante tu mirada”. Es una gracia de Dios poder estar delante de él, servirle, vivir ya en esta vida la gracia de la Redención.

Esa gracia ha de ser fecunda específicamente en Schoenstatt. El Padre Fundador nos enseña a pedir que “Schoenstatt florezca como un jardín de Dios”: que tenga mucha vida floreciente, que atraiga a muchos hacia la Iglesia. La vida se enciende en la vida. Todo lo que vivimos en el Movimiento, Dios nos lo regala para “proyectarlo universalmente a la Iglesia”. La imagen del jardín de Dios, de la “pradera asoleada de la Santísima Trinidad”, nos recuerda el “jardín de María”, esa imagen-símbolo de todo lo que significa el 20 de enero para nuestra Familia. A la vez nos conduce directamente al Cántico al Terruño.

Intercambio en grupo (20 min)

Cada miembro responde con su corazón abierto a las siguientes preguntas, cuidando de respetar estas pautas:

• El que habla debe hacerlo con el corazón, pero cuidar el tiempo (no hablar demasiado largo, de tal modo que todos participen). Se sugiere no hablar más de I minuto por persona.

• Los miembros del grupo deberán escuchar al que habla en silencio y con respeto, sin juzgar, si emitir comentarios, sin interpretar y sin dar o pedir explicaciones. Se trata de escuchar a mi hermano de grupo simplemente con el corazón.

1. Considerando el tiempo actual que estoy viviendo: ¿qué me dice el texto de la oración?

2. Dios, en la oración, me habla a través del Padre: ¿cómo le respondo?

Propósito (10 min)

Para conquistar el Hacia el Padre como instrumento de oración y reflexión diaria, matrimonial, familiar y comunitariamente, sugerimos rezar el Rosario del Instrumento en forma personal, matrimonial, y/o familiar.

Se podrán definir otros propósitos según los deseos personales o del grupo.

Oración Final (15 min)

1. En el Santuario Hogar rezar en forma meditada, la Oración Final del Rosario (pág. 122 del H.P.)

2. Para concluir le pedimos al Padre su bendición:

Padre, nuestro corazón en tu corazón,
Nuestro pensamiento en tu pensamiento,
Nuestra mano en tu mano,
Tu misión nuestra misión
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

Otros videos para el módulo

En esta sección se encuentran los videos sugeridos en el módulo:

  1. La canción Fruto Nuevo de tu Cielo del grupo Metanoia.
  2. La canción Si quieres te acompaño en el camino, de Eduardo Meana, versión de los Padres de Schoenstatt.

Oración Preparatoria

334Ayúdanos, Padre, a cerrar
las puertas de los sentidos.
Que una luz clara penetre nuestras almas
iluminándonos por el cálido brillo de la fe.
Adéntranos profundamente
en el misterio de la Redención.

335Quisiéramos acompañar en silencio al Redentor
por esos caminos
que lo vemos recorrer en el Rosario,
en unión con María, su valerosa Madre y Compañera,
a quien Él constituyó
en Consorte y Colaboradora suya.

336Danos la gracia
de captar con el corazón
lo que el Rosario nos habla,
lo que los misterios nos proponen,
y según eso conformar
lo que hacemos o evitamos.

337Sumérgenos en el mar de amor
del cual el Rosario
nos da a beber en abundancia;
enciende nuestra débil voluntad de sacrificio
con el ardiente amor
de Cristo y de María.

338Entonces nuestra vida será un espejo
del ser y del caminar
de Cristo aquí en la tierra;
con Él cruzaremos el mundo fuertes y bondadosos,
como vivas imágenes de María,
como fuertes de bendición.

339Entonces, Padre, siempre
nos puedes usar como instrumentos
en tus manos omnipotentes, fuertes y ricas en amor,
y plasmar por nosotros el rostro
de la humanidad de hoy
según corresponda al designio de tus planes.
Amén